Las lecturas de la misa de hoy, mis queridos jóvenes lectores, se complementan entre sí y son de actualidad. En mis tiempos de enseñanza primaria teníamos unos libros destinados a adiestrarnos en la lectura, tal como un piloto de aviación se entrena en un simulador de vuelo. Ahora bien, el contenido de los textos de las tales antologías, siempre era didáctico. Al leer el evangelio de hoy me he acordado del cuento de la lechera, una fábula de Esopo, que nunca faltaba en tales manuales. La narración, pues, era de dominio público, jóvenes y viejos, escolares y abuelos.
El Maestro cuenta una parábola de enseñanza parecida, pero más trágica. Su proyecto, construir grandes almacenes y preparar su jubilación, es propio de emprendedores, actitud hoy admirada por la gente. El infarto de miocardio que le puede suceder, es un fenómeno tan habitual, que ya ni aparece en la sección de sucesos de la prensa. Hay que mirar adelante, el hombre no debe enquistarse, está destinado a un futuro mejor. Es una de sus peculiaridades. Los animales mejoran por instinto, no son capaces de planificar su porvenir.
El Eclesiastés, el texto de la primera lectura de hoy, aterriza prosaicamente. Al final nadie se puede llevar a la tumba sus ahorros, o sus bonos, o sus preferentes, nos diría hoy el autor. El cristiano es un hombre diferente, no lo olvidéis, mis queridos jóvenes lectores. Vive sumergido entre la ciudadanía, pero no es como los demás. Los media le estimulan a una cosa, la vocación que emana de Dios es otra. En el mundo hay divisiones, en la vida de Fe todo debe ser comunión. Nos han sumergido con Cristo y nos tiñeron de Él y esto se debe notar, deben darse cuenta los otros. Se trata ahora del contenido de la segunda lectura de este domingo.
Se publican los nombres de los más ricos, de los campeones, de los afortunados. Los cristianos de idéntica manera tenemos nuestro registro de héroes, el catálogo Guinness de récords, se llama el Martirologio Romano que, os advierto, ni en él están todos, ni los que están todos son mártires, ni mucho menos la mayoría son romanos. Por internet lo podéis consultar, y os advierto que está en lengua castellana. Os lo digo porque yo lo compré cuando se publicó en papel, fue muy caro y está redactado en lengua latina. Son muchísimos, aunque, ya os lo he dicho, ni están todos, ni son los mejores. Simplemente son santos, tal vez vosotros hayáis conocido a otros mejores, no lo dudo. El registro no se hizo ni en papel, ni en la red de redes. Es una realidad oculta para muchos pero totalmente real. Podéis escoger algunos y estudiarlos por vuestra cuenta. Aquellos que os susciten admiración, con quienes os podáis identificar, a quienes, de alguna manera, podáis imitar. Y hasta podréis solicitar su ayuda, que vale mucho más que un autógrafo. Por Pedrojosé Ynaraja. Betania. Es.
P. Diego Ospina